Sí, hoy toca hablar de reformas, por dos razones. La primera, porque intentando ponerme al día con las noticias, me encuentro con este titular:
DIÁLOGO SOCIAL
“El Gobierno, la patronal y los agentes sociales mantienen el diálogo social para llegar a un acuerdo.”
Bueno, dejemos la política en manos de los políticos. La sociedad civil, a la que también pertenecemos, debe elegir su papel, y nosotros como cristianos debemos orar, para que nuestros gobernantes sean dirigidos según la voluntad de Dios.
Y la segunda razón es porque hace quinientos cinco años, un día 31 de octubre del año 1517, un joven monje alemán caminó desde su monasterio, cruzando la ciudad de Wittenberg, hasta la iglesia del castillo. La puerta de la misma hacía las veces de tablón de anuncios público. Allí clavó el monje un cartel con noventa y cinco declaraciones o tesis.
El cartel anunció que solo la fe en nuestro Señor Jesucristo hace justo al hombre. La salvación es por gracia (gratis) y no por obras. Lutero leyó en Romanos 1:17 que Pablo escribe: “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá”.
Meditó noche y día sobre esas palabras hasta que, por fin, por la misericordia de Dios, le llevó poner atención a su contexto: “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá”. Y empezó a entender que en este versículo la justicia de Dios es aquello por lo que la persona justa vive por un don de Dios (talento o habilidades que Dios nos da), esto es por fe.
Y esta es la forma para que Dios nos vea justos ante sus ojos (porque todos somos pecadores). Esto es el proceso de curación que el Espíritu obra en nuestro interior. Dios nos cambia de una persona egoísta a una justa, de forma que podamos obedecerlo desde el corazón. La justicia es un don, pero sigue exigiendo un proceso de cambio en nosotros como respuesta.
La mayoría de las personas de la época creían y creen en el purgatorio, pero la Biblia no dice nada de esto. La iglesia de Roma dice que el purgatorio es un lugar de tormento al que las personas iban tras su muerte de forma que podían ser purgados de sus pecados antes de pasar al cielo.
Un fraile dominico llamado Johann Tetzel, al que podríamos llamar hoy un “descarado trepa”, estaba vendiendo indulgencias (las indulgencias son promesas del papa que permitían a las personas reducir su tiempo en el purgatorio). Decía esto para que el mundo pagara cuanto más mejor: “Tan pronto como la moneda en el cofre suena, el alma del purgatorio vuela”, decía la cancioncilla que entonaba. Yo me pregunto, ¿si la salvación es gratis, por qué dar dinero entonces?
“El justo por la fe vivirá” nos dice la Biblia en Romanos 1:17. Al pensar Lutero y darle vueltas al versículo, de inmediato sintió que había nacido de nuevo y entrado en el propio paraíso a través de unas puertas abiertas. Inmediatamente vio la totalidad de las Escrituras bajo una luz diferente. Dio un repaso a las mismas de memoria y encontró que otros términos tenían significados parecidos; por ejemplo, la obra de Dios, esto es, lo que Dios obra en nosotros; su poder, por medio del cual nos hace poderosos; su sabiduría, por medio de la cual nos hace sabios; su fuerza, su salvación, su gloria, etc.
Hoy yo, quiero poner mi granito de arena en este próximo día 31 de octubre, 505 aniversario de la Reforma, y no puedo hacer otra cosa mejor que usar la llave de la verdad con la que Lutero abrió las cerraduras de las mazmorras de la mente humana y puso en libertad a los corazones esclavizados. Esa llave de oro se encuentra en la verdad contenida brevemente en el texto que estamos considerando: “El justo por su fe vivirá.”
“Solo Cristo” es una de las cinco solas de la Reforma. Cristo es el que salva por medio de la fe.